Esta historia tiene
un principio y un final, estos hechos se encuentran ubicados en el centro.
Entre el principio de 1941, momento en el que se crea la banda terrorista E.T.A.
y, el fin de la historia, termina cuando la misma banda entrega las armas en el
2010. Esta historia es un hecho verídico formado entre 1981 y 1982.
Iñaki Goicoechea fue destinado, en la mili, a talleres por
su conocimiento de la mecánica. No tenía problemas monetarios, su familia le
mandaba bastante dinerito mientras que yo andaba bastante tieso.
Los sábados y los domingos me invitaba a sitios abertxale y
allí aprendí el compañerismo. Los vascos corrían los vasos grandes de pacharán.
Ramón me enseño como hacer la oficina. Entre otras cosas
hacer los pases de permiso, aunque en teoría solo existía un permiso oficial,
pero la realidad era otra.
Los sábados íbamos a bares abertxales donde corrían las
jarras de pacharán, todo el mundo bebía. Contentos de pacharán, cantaban canciones
de su tierra. Me di cuenta que a la entrada había dos personas guardando la
puerta. Cuando llegamos al cuartel nos castigaban a no salir durante la semana
hasta el viernes.
Salíamos los sábados y yo conocía un poco Madrid el pub
Narizotas, El Mississippi, que cerraban hasta altas horas de la noche. Estaba
la noche madrileña, que te podías encontrar a Loquillo, a Sabina, a Ana Belén,
etc.
Había un Pub que solíamos frecuentar que siempre había
actuaciones, si un músico no tenía dinero para pagar la guitarra o el
instrumento que tocaba, por ejemplo, que valiera 5000 pesetas, dejaba a cuenta una
cantidad y siempre que iba allí la tocaba.
Iñaki y yo desde el primer momento congeniamos, íbamos
juntos a la cantina donde él bebía pacharán.
Iñaki y yo bebíamos calimocho, vino con coca cola. Él era
de la izquierda abertxale, como
yo era de la izquierda en general, solo que yo ayudaba o mejor dicho me mojaba
con toda la izquierda, P.C., GRAPO…
había un abanico de partidos. Los reclutas lo pasábamos zombi, hasta conseguir
el destino, yo lo tenía muy claro por Ramón de Jaén. Iñaki lo tenía claro que
iba a ser destinado a talleres.
Cuando la gente de Euskadi ingresaba en los cuarteles, los
trataban peor que a perros. Hay que tener en cuenta que eran los militares los
objetivos de E.T.A.
Cuando dieron los destinos yo me quedé con la oficina para
hacer las cocinas, era el mejor destino que había. Fui recomendado por Ramón de
Jaén. Estaba rebajado de todos los servicios. Llegó el viernes y le pasé los
pases al teniente Martín y firmó todos menos el de Iñaki. Yo le pregunté, Iñaki
fue destinado a talleres, yo, mejor dicho. Ramón me enseñó cómo hacerlo. Ramón
me enseñó cómo hacer los pases de permisos pues en la teoría solo se daba un
pase de permiso oficial pero la realidad era otra. Todas las semanas había
pases de permiso oficial en la cocina de hacía un mes y 2 de permiso en febrero
cuando hacia los pases de guardia y él hacía una selección. Decía quién se iba
y quién se quedaba.
En febrero se puso enferma la madre de Iñaki, le hizo el
pase el teniente Martín, le dijo que fin de semana le firmaría pase y llegó el
viernes porque no firmaba el pase y se puso chulo diciendo que el que mandaba
era él y yo que no interviniera o me cambiaba de destino. Se lo comenté a la
brigada Vega, mi superior y dijo que el teniente Martín era un oficial
chusquero, que me olvidase del asunto pues el teniente Martín a los de Euskadi
los maltrataba. Hay que tener en cuenta que era una época en que la E.T.A. la tenía
cogida con los militares después de la voladura de Carrero Blanco. Yo en febrero
me fui de permiso a Valencia con la familia hasta que en el mes de abril tenía
cocina, cuando llegué Iñaki estaba hecho polvo, no salía y yo no podía hacer
nada pues la cocina me absorbía todo el tiempo, sábados, domingos etc.
Era un tiempo en que nos emborrachábamos en los sitios abertxales,
incluída la cantina.
Una noche Iñaki me dio una carta y dijo que si le pasaba
algo se la diese a su familia. Cuando el 14 me desperté y me dieron la noticia de
que Iñaki se había suicidado a mí no me cabía en la cabeza. Un personaje que
tenía toda la vida por delante y luchando por vivir cuando llegaron sus padres
a recoger el cuerpo le entregué la carta y me dijeron que si necesitaba algo que
lo pidiera. Yo tenía poco dinero, lo suficiente para ir al bar abertxale. La
gente alegre que conocí estaban todos serios bebiendo pacharán. Pagué dos
jarras y me marché cuando salí afuera estaban los guardas, me dieron el pésame
y me marché.
Aut@r: Aquilino Peñarubia